lunes, 19 de octubre de 2009

Colores



Cuando el oculista dijo a mi abuela que el problema era mayor de lo que habían pensado, me dí cuenta de que el ver colores alrededor de las personas no debía ser nada bueno y no entendía bien el por que de tanto temor ante algo que yo ni siquiera sabía como sucedía.

Lo único que había llegado medio a comprender es que según el tipo de color que les veía, su estado de ánimo, las ganas de hacer cosas, la alegría, la pena o la misma rabia estaban dentro de esa persona.

Aprendí a elegir a mis amigos según los colores que surgían de sus cuerpos, es verdad que algunos cambiaron mucho con el tiempo, me di cuenta que los colores no son duraderos en todo el mundo, es algo difícil eso.

Pasé por tantas pruebas y conocí a tantos doctores que me sería imposible nombrarles, ni siquiera puedo recordar el número.
Padre me dijo casi al final, que dijera que me lo había inventado todo, su luz era tan triste que lloré junto a el hasta que vinieron a llevarme.


Esa fue la única vez que vi mi propia Luz, no era la que habría deseado tener, claro que no, pero parecía que los demás tenían tanto miedo a lo que no entendían que preferían terminar con lo que consideraban era un problema de mi mente.

Los últimos que estuvieron a mi lado fueron la doctora Hontanares, el profesor Herráez y la enfermera Leyre que me puso todos esos cables en la cabeza. Ella estaba muy nerviosa aunque me sonreía todo el tiempo, se que tenía miedo.

El profesor era distinto, su luz no cambió ni una sola vez desde mi llegada al centro y quise decírselo antes de que accionara aquella palanca.
A la doctora no le gustó verle titubear de ese modo ante mis palabras, ella cambiaba de un modo increíble los colores, nunca vi hacer eso a nadie mas. Creo que le habría venido mejor que a mí las famosas descargas.

Recuerdo que cerré los ojos y en mi interior las mariposas formaron un camino repleto de luz, las había de todos los colores, como las que tienes en casa.

No hubo dolor, aunque si me dio miedo cuando vi que no conseguía respirar, entonces él me dijo que no pensara en eso y siguiera los colores que siempre me habían guiado. El bosque estaba repleto de árboles verdes, de animales que caminaban lentamente, de rosas, margaritas, tulipanes, crisantemos...

Me senté a contemplar esa mezcla tan maravillosa, ahora podía hacerlo sin temor a nada, ya no existía ningún problema por ser capaz de ver los colores.

 


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