¿Miedo o rebeldía?

No puedo ni creérmelo, es inconcebible que me tengan aquí sin ser mi sitio ¿quién ha cometido este error tan grande?
Por supuesto que estoy indignado y que quiero una explicación ya, de quien tenga la culpa.
No pienso permitir que se queden tan tranquilos después de colocarme en esta sala sin decirme el por que.

El doctor Jimenez dijo que serían solo un par de horas y volveríamos a vernos, pero no apareció por aquí, ni se el tiempo que llevo sentado en este banco y no es que me encuentre incómodo, solo que no debo estar aquí.

El monje insiste en que le acompañe, va listo si cree que voy a ceder, con la poca confianza que me han dado los curas siempre, a saber donde pretende llevarme.
Habla pausado, me recuerda al padre Alberto físicamente, con esa barba grisácea, el pelo ondulado y la cara regordeta colorada.

Tengo claro que de aquí no salgo, ya está bien de tomarme el pelo ¿eh?.
Si te dicen una cosa con claridad, con palabras entendibles, uno entra en razón ¿no? Pero que suelten cuatro tonterías como que no lo voy a permitir a mi edad, se acabó.

Lo que ya te deja perplejo es que este hombre me venga sonriendo, se siente a mi lado y como la noticia mas maravillosa del mundo me suelte que estoy muerto y me va a llevar a no se que lugar.
Alucinado podría ser la palabra exacta para definir el estado en que me encuentro, también enfadado o mejor, super mosqueado.

¿Qué es lo que se cree? No puede venir y decir algo así y esperar que le de las gracias, le sonría o le de un abrazo ¿verdad? Pero si me han dado ganas de darle un tortazo y salir corriendo, lo que sucede es que como él estaba empeñado en que cruzara esa puerta, pensé que podía ser un invento suyo para que lo hiciera presa del miedo.

No pienso levantarme de este banco, venga quien venga y digan lo que digan, se acabó.