miércoles, 9 de octubre de 2013

SONREID




Me llamo Jose , lo que mas me gusta es jugar al baloncesto, correr botando la pelota y decidir en un segundo a quien se la tengo que pasar para que enceste.
Muchas veces se la doy a Pedro, a parte de saber jugar muy bien, es mi mejor amigo y pasamos mucho tiempo juntos. Yo soy bueno en matemáticas le explico por las tardes la tarea que tenemos que hacer. Su madre dice que soy un ángel venido del cielo porque tengo mucha paciencia y es que Pedro no tiene ni idea, pero no me importa explicárselo las veces que haga falta, es mi amigo y eso lo vale todo. Nos apuntamos juntos a baloncesto y vamos tres veces por semana y el resto de días o viene a casa o yo me voy a la suya. Es genial y nos reímos muchísimo juntos. Creo que a Cristi, mi hermana pequeña le gusta para que sea su novio, lo mira muy raro, se queda embobada en la puerta de la habitación observando lo que hacemos. Mamá dice que estoy equivocado, que Cristina es muy pequeña para pensar en esas cosas, tiene 7 años, así que no es tan pequeña, creo que mamá también piensa que yo soy pequeño y ya he cumplido los 11, así que tendría que verme mayor.
Cuando vienen todos a animarnos en los partidos me siento muy contento. Papá nos graba con la cámara que le regalamos para su cumple hace dos años. Cristi no deja de aplaudir y mamá sonríe todo el tiempo, como siempre hace. Me gusta la sonrisa de mamá, ilumina a la gente con ella. Yo quiero que vuelva a tenerla porque me hace feliz y a Cristi también, pero ahora le cuesta mucho.
¿Sabes? También me gusta jugar con Rocky, mi perro, le sigo volviendo loco ahora aunque no le tire la pelota, no se puede hacer ruido en casa, papá necesita tranquilidad, solo unos días mas.
Tengo novia, Lucía, le pedí ir juntos a la vuelta de clase y llevé su mochila aunque no quería porque pesaba mucho, pero soy un chico fuerte, hago mucho deporte.
Me dijo que si quería ser mi novia y me sentí tan contento como cuando la tía viene por sorpresa a visitarnos y abro la puerta y la encuentro con su maleta y la sonrisa. Me encantan las sonrisas, hacen sentir bien.


Hoy me senté junto a Cristi, conversar con mamá y papá se hace difícil, lloran tanto que me confunden mas. Cristi me explicó lo que había dicho tía Aurora, ella siempre sabe las palabras adecuadas, eso la hace muy especial. No puedo quedarme, al dejar a Lucía en su casa, parece que me despisté pensando en mis cosas, mamá, siempre dice que soy un despistado y que tengo que cambiarlo o me traerá problemas. Entonces ese coche apareció, no lo vi, ni el pobre señor pudo verme. Fue tan rápido que no sabía como había podido llegar tan pronto a casa, aunque recordaba todo el rato las palabras de la madre de Pedro, no sabía por que “eres un ángel”. Pero no lo soy ¿eh? Me he mirado y no tengo alas ¿saldrán después? De eso nunca dijo nada el cura del cole, lo podrían haber explicado mejor, me da miedo porque no se si duele como cuando te sale una muela, ojalá que no. También me da miedo irme de casa, aunque Cristi dice que la tía dijo que no tengo que tener miedo y que haga caso. Siempre he sido obediente, menos la vez que creía que si podía bajar a Cristi en brazos por las escaleras y nos caímos y se rompió el brazo. Ahí me di cuenta que mama sabía mucho, pasó exactamente lo que ella dijo, así que nunca mas hice nada que estuviera prohibido.
Hay una señora muy guapa, se parece a la abuela, la sonrisa es idéntica a la de mamá, dice que es la madre de la abuela, jope, es igual que ella, me está contando cosas de cuando mamá era pequeña, también era algo despistada como yo. Me voy a ir con ella dice que ha venido para que no tenga miedo y ya no lo tengo.

martes, 26 de marzo de 2013




Vicente, el vasco

Mi vida solo fue como la de muchos compañeros y en Gurs los días estaban vacíos por mas que intentásemos enfrentar cada mañana con la mayor de las esperanzas.
La comida ya no era lo mas importante, ese vacío también se encontraba en nuestros estómagos y cuando alguien moría muchos envidiábamos su marcha y pedíamos porque la nuestra llegara pronto. Si te unía algo especial con quien se iba, el desánimo te cubría , me sucedió con Federico Santamaría y meses mas tarde con Gregorio Luna.
Mi barracón C, sin ventanas, el aire no entraba al comienzo, mas tarde sentimos haberlo deseado porque la tela que lo cubría se caía a pedazos y el frío era insoportable. Convivíamos 53 compañeros.
Aunque sintieras que estabas mal, sabías que la peor parte fue después para los judíos que se los llevaban a lugares peores.
Algunos compañeros huyeron y tuvieron suerte en su camino porque no regresaron mas.
Los niños y las mujeres te partían el alma, uno pensaba que al ser hombre podías lidiar con todo tipo de situaciones, pero no poder salvar de aquella desgracia a tus propios hijos y a sus madres, te hundía mas y mas cada día, podía verlo en las caras de los hombres.
Muchos fueron trasladados desde Argeles Gazost, (al lado de Lourdes, que ironía) porque el campo se quedó pequeño y un gran número de vascos terminamos juntos en Gurs.
A mi me separaron de mi Arrigorriaga del alma para siempre y Gurs fue una de las pocas cosas que pude ver antes de irme. Solo tenía 38 años y en todo momento trate de que mi familia no sufriera por mi situación, mis cartas siempre trataban de ser esperanzadoras y llenas de ironía que era lo único que me mantenía con fuerzas. Aquella noche decidí que no podía continuar mas allí, pensé en aparecer en realidad en casa y luego marchar de nuevo, pero mi camino no tomó el rumbo que habría deseado, digamos que me encontré con quien no debía antes de dejar Francia y eso impidió cumplir mi sueño, regresar a casa.

martes, 26 de febrero de 2013




 "Me gusta contarle historias a Sebas." 


  

 Mi hermano podía soportar minutos insoportables todos los días nada mas despertar, cuando amanecía y se abría sin su consentimiento la mañana, impasible, mudo, aturdido en su silencio mientras otros cuidaban de él porque su cuerpo no quería hacerle caso. Recuerdo como el tío Andrés hablaba con dolor mientras yo desayunaba para ir al colegio, se hizo cargo de nosotros cuando papá y mamá se marcharon y no regresaron mas. Fantaseaba sobre el lugar donde ellos habían ido, para mí eran superhéroes que salvaban niños indefensos y tristes, cuando sentía que las lágrimas no querían irse de mi corazón, hablaba con ellos y siempre les notaba rodeándome con sus brazos y besándome. Le contaba a Sebas todo esto y el sonreía, a veces lloraba también y yo sabía que lo hacía para que papá y mamá le abrazarán. Entonces le dejaba solo para que disfrutara mucho ese momento y yo a la vez les pedía que le abrazaran muy fuerte y que estuvieran todo el tiempo posible junto a el.

 Ahora no le dejo nunca solo aunque papá y mamá dicen que no puede ser así, se que deben tener razón pero Sebas ya no tiene a nadie que le cuente historias para entretenerle, así que continuaré haciéndolo hasta el día que tenga que recogerlo, ya no falta mucho.
 


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